El cenote que devuelve a las personas… golpeadas

cenote magico yucatan

Cenote prohibido, Yucatán

No aparece en los mapas turísticos. No hay letreros ni caminos señalados. Solo se llega por indicaciones que se pasan de boca en boca entre los locales más viejos. Ellos lo llaman simplemente “el cenote del regaño”.

Está escondido entre la maleza, a una hora de caminata desde el último rancho de una comunidad cercana a Valladolid. Y aunque su agua es cristalina y aparentemente tranquila, los ancianos del lugar siempre advierten lo mismo:

“Ahí no se mete uno si no tiene la conciencia limpia.”

cenote del regaño
No sabe la que le espera…

Agua clara… pero brava

Lo curioso es que no se trata de un cenote profundo o especialmente riesgoso. No tiene corriente visible ni fauna agresiva. Pero quienes se han atrevido a nadar en él, incluso los más escépticos, salen golpeados.

No con moretones normales. Algunos traen marcas en forma de mano. Otros aseguran haber sentido jalones en los pies, como si algo quisiera arrastrarlos hacia el fondo, aunque nunca los ahogue.

Una turista francesa dijo que sintió como si “el agua le reclamara algo”.

¿Espíritus, castigo o naturaleza?

Los lugareños tienen varias teorías. La más común es que el cenote está protegido por un antiguo guardián maya, y que reacciona si quien entra lleva mala intención, mentiras, o simplemente si va por morbo.

Otra versión más poética dice que es un cenote que enseña una lección, como un sabio de la selva. No mata, pero sacude. No te traga, pero te marca. Y si sales, lo haces cambiado.

cenote yucatan

¿Realidad o leyenda?

Hay quienes no creen nada. Pero lo cierto es que hasta los jóvenes del pueblo evitan acercarse. “No es distancia, es respetancia”, dicen.

Y cuando se les pregunta si conocen a alguien que haya salido ileso del lugar, siempre responden lo mismo:

“Solo un señor, pero regresó sin hablar… y ya no volvió jamás”.

Yo no sé si sea cierto, ni me interesa averiguarlo.
Solo sé que la señora que vende panuchos cerca del centro juró que su marido fue y volvió moreteado.

Y ella no miente.