Las tortas ahogadas son todo el estilo de Guadalajara.
Existen mil y un historias sobre el origen de las tortas ahogadas de Guadalajara, posiblemente el platillo regional más típico e icónico de la ciudad. Unas más creíbles que otras que incluso rayan en la torpeza.
Pero la verdad, como suele pasar con la buena comida, es mucho más simple y, a la vez, más fascinante. No se trata del momento exacto en que a un “iluminado” se le ocurrió, sino de una evolución y adaptación a los recursos disponibles que son los que con los años, se van incrustando en la cultura de los pueblos, dándole así su forma.
Sin temor alguno, se puede afirmar que los padres de la torta ahogada típica de la ciudad de Guadalajara son dos: la costumbre de ponerle salsa a todo con el afán de convertir un plato de comida en comida caliente y el birote.
Estas historias proponen que la torta ahogada nace a principios del siglo XX cuando a fulano o a sutano se le ocurrió, cuando dicha costumbre en la región de salsear la comida es mucho más antigua y el pan elaborado de masa madre también.

Todo esto nace también de algo muy común en las personas… el apropiarse un inexistente crédito para sí. Inexistente porque en realidad es una secuencia y evolución, no por otra cosa.
Sin embargo dicha costumbre en la región de salsear la comida es mucho más antigua y el pan elaborado de masa madre también.
Si viajas a Guadalajara muy pronto te vas a percatar de que esa salsa tan característica de jitomate con las “tres especias” y demasiado aguada dando una impresión de “mal cocinada”, es la protagonista tanto del sabor como del aroma de sus cenadurías, estas también muy típicas.
La podrás encontrar en una tostada o sobre unas enchiladas o incluso sobre un pollo frito, del que tampoco por supuesto faltarán sus autores reinvidicando la gran idea revolucionaria.
En cuanto al relleno de pierna, es también muy antiguo y se extiende por todo el bajío. Eso muy probablemente debido al negacionismo marrano de cuando negar según que cosas resultaba más que importante.
Después de tener que leer todo esto, una cosa queda clara, no importa ni el origen ni la historia de una torta ahogada, pero pocas cosas representan mejor a Guadalajara que una torta ahogada goteando salsa, mientras uno intenta no acabar empapado también.
Así que, más que una invención, la torta ahogada es un reflejo del alma tapatía: ingeniosa, exagerada, y felizmente bañada en salsa.
Directorio
Sara Ramírez Coach Nutricional
Toché Cupléz Floristería
